Sandra Arcos Reyes Periodista ,madre de dos, hija, hermana, en constante des-aprendizaje.
¿Cómo empezar a entender que aquello que estaba pasando mi hijo era SU vida y que no tenía que ver con algo que yo hubiera hecho o dejado de hacer? Me reconozco como una mamá “muy intensa” al pensar que pudiera tener tanta influencia en la vida de mi hijo de 16 años.
De esa sesión en Transformar-Trascender salimos con la recomendación de asistir a los talleres de la asociación Cuenta Conmigo, pues están dirigidos principalmente a las familias. Alex estaría en el grupo de jóvenes y nosotros con otras madres, padres y otros familiares.
Así que nos inscribimos en el taller sabatino y por tres meses, durante 4 horas cada semana llegábamos al Centro Cultural Niños Héroes a lo que se convirtió en una nueva actividad familiar.
Cada una de esas sesiones me daba fuerza para iniciar la siguiente semana; aunque ya habían pasado más de cuatro meses desde que mi hijo me hizo saber que se identificaba como un chico, había algo en mí que no me permitía entenderlo totalmente.
Aunque mi hijo ya había empezado su transición social, es decir que su expresión de género era masculina y usábamos su nombre elegido, me costaba mucho trabajo verlo como hombre. Me explico: a pesar de su ropa holgada, sus caderas y senos eran visibles y yo notaba que la gente, los hombres en la calle, concretamente, la veían como mujer.
En una de las sesiones del taller, casi al final, otra excelente coordinadora Tony Sassu, me hizo ver que esta acción tenía más de mí que de las personas que le miraban; es decir, yo tenía la impresión de que otras personas le veían como mujer porque yo también seguía haciéndolo.
En el taller de Cuenta Conmigo, además de Lina Pérez, estaban otros especialistas guiados por ella, había una mamá que luego de la transición de su hijo, se especializó como sexóloga y se sumó al equipo de talleristas.
Una de las reglas de esta clase de talleres es aprender a expresarse siempre en primera persona, no involucrar al resto de las mamás o a la pareja en aquello que estoy sintiendo o pensando y que en este proceso de transición se convirtió en: “nosotros sentimos, pensamos, creemos”. Mi esposo no siente lo mismo que yo y otras mamás con las cuales podría identificarme piensan diferente.
Expresarse en primera persona permite apropiarse realmente de las emociones que experimento y al expresarlas puedo darles un cauce.
Una de las sesiones que más recuerdo es cuando trabajamos sobre las expectativas que teníamos sobre nuestros hijos e hijas. Escribimos en un papel aquello que queríamos y por supuesto, mi lista coincidía con la del resto: que hagan lo que les guste, que tengan una pareja que les quiera, que tengan una carrera profesional, que estén sanos, sean buenos ciudadanos, etc. y me preguntó la terapeuta: ¿y todo eso no lo puede cumplir ahora tu hijo? ¿acaso esas expectativas no son las mismas que esperas para tu hija?
Sí claro, pero yo también quería ir de compras con mi hija, probarnos ropa, maquillaje, que me contara sobre sus novios, y aunque no le gusta ir de compras ni probarse ropa y poco le importa el maquillaje, sí me platica lo que quiere de sus relaciones, pero también si se siente triste, preocupado o feliz, y eso me hace pensar que hice lo correcto.
En algún momento, la terapeuta me preguntó: ¿cumpliste las expectativas de tus padres? Después de pensarlo un poco me di cuenta de que mis padres sí habían expresado en voz alta y con mucha claridad que esperaban de su única hija; mi papá mencionó que fuera una ama de casa, que estuviera en casa, tuviera hijos y me dedicara a cuidarlos. Y en eso estaba, cuando la diversidad apareció en mi familia. Mi mamá insistía en que no dejara de trabajar.
Entonces la respuesta fue: no, no cumplí con esas expectativas y estoy feliz de no haberlo hecho, porque además era MI vida ¿no? Pues lo mismo sucederá con mi hijo, tal vez decida no estudiar una carrera universitaria, pero esa es mi expectativa, no la de él y, por lo tanto, es su decisión.
En las sesiones de los talleres de Cuenta Conmigo se abordaban temas que tenían que ver con la diversidad sexual, pero también con el sistema económico, social y político en que están basadas todas estas estructuras y que son muy difíciles de identificar porque la tenemos metida hasta las células de los huesos.
Fue la primera vez que escuché acerca de la concepción binaria del género, como si todo tuviera que dividirse solo en dos: blanco o negro, arriba o abajo, bueno y malo, masculino y femenino. Como si no hubiera cientos de colores entre el blanco y el negro y punto medios entre el arriba y el abajo, pero cuando pensamos en el sexo parece que todo se reduce a ser hombre y mujer. Olvidamos la diversidad que hay en el mundo, de plantas, comidas, especies, en fin.
Han pasado casi dos años de ese taller y me dije que volvería a tomarlo, y lo haré cuando la pandemia lo permita.
De momento, entendía que había mucho por hacer para que mi hijo empezara a vivirse como un hombre y el miedo a que tomara o se inyectara hormonas estaba presente, así como conocer los trámites oficiales que debían realizarse para cambiar su nombre.
Más de una vez he pensado que hubiera pasado si esta responsabilidad no la hubiera asumido yo. Mi esposo estaba, pero sin estar realmente, apoyaba todo lo que yo proponía, iba a las sesiones, trabajaba su transición a su tiempo y a su modo, usaba los pronombres correctos, pero tampoco se involucró para buscar a especialistas, grupos, redes. Otra vez el cuidado, las decisiones, la búsqueda de soluciones recayeron en mí y fue mi decisión.
El taller terminó en abril de 2018 y mi hijo insistía con el tema de las hormonas. Me comunique a la Clínica Condesa y me dijeron que debía ser mayor de 18 años. Así que no había muchas opciones: o esperar, que era la menos deseada o buscar un particular.
Pocos meses después, en agosto encontramos un aviso en Facebook, si mal no recuerdo del Centro Cultural Border Jauría Trans que invitaba a chicos y chicas trans adolescentes a convivir en un picnic en el parque de Chapultepec. Por supuesto que estuvimos super puntuales, era la oportunidad para que mi hijo conviviera con chicos y chicas trans de su edad.
En ese espacio conocí a quienes se convertirían hasta la fecha en una nueva familia elegida: mamás y papás con adolescentes trans, abuelos y abuelas, tías y unos terapeutas que desde entonces han escuchado, guiado, atendido y apoyado a más de 60 familias, hasta conformar la Red de Familias Trans.
Al principio éramos 6 o 7 familias, y poco a poco fueron llegando más. Cada mes teníamos una sesión de reflexión en el centro cultural border y al mes siguiente una convivencia en el Bosque de Chapultepec, -las cuales extraño muchísimo-. Durante más de un año y solo por la pandemia, estas reuniones debieron suspenderse. Estas sesiones eran fuente de conocimiento, de convivencia, de diversión, de mucho aprendizaje.
Ahí conocí a Tania Morales, quien ya estaba trabajando en la creación de una Asociación para infancias transgénero y que después se convertiría en una gran amiga y una súper abogada que no ha quitado el dedo del renglón por la defensa de las infancias y adolescencias trans. Hay más amigas y resguardo sus nombres, pero ellas saben perfectamente quienes son.
En el centro cultural border, además de Xantall conocí a Nathan, coordinador del espacio Jauría Trans y él nos animó a insistir en la Clínica Condesa, pero en la de Iztapalapa y nos dio varios consejos para cumplir con los requisitos de atención. Y efectivamente, cuando ya mi hijo cumplió los 17 me dijeron que podrían darle la atención siempre y cuando fuera acompañado por padre o tutor. Y ahí empezó nuestro camino por las hormonas.
Antes de finalizar este texto, aprovecho para extender un agradecimiento y respaldo a una de las mujeres más inteligentes que he conocido, a la Dra. Siobhan Guerrero McManus. Ella nos ha acompañado de muchas formas en el trabajo de la Red de Familias Trans, tiene un canal de youtube donde cada miércoles comparte su conocimiento, donde igual aborda los temas de biología, género, identidades, machismo, como temas de ciencia, la cultura de la cancelación y hasta los videos que ella califica de “bobos” están llenos de información. https://www.youtube.com/user/FabrizzioMc Es una bomba de sabiduría.
Además, es una mujer sencilla, amable, accesible y un gran referente para la comunidad LGBT. Aquí pueden revisar su trayectoria académica https://www.gaceta.unam.mx/rdunja-siobhan-fenella-guerrero-mc-manus/ que les dejará con la boca abierta. Mi respeto y admiración para ella.
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